martes, 1 de septiembre de 2015

-Me llamo Delicia
y para los hombres…
Deliciosa!
suelta la vieja entre grandes carcajadas,
mientras nos sirve con su brazo tatuado lleno de pulseras
dos jarras de cerveza.
Chillamos y reímos ante sus ocurrencias como niños.
No nos habíamos dado cuenta
de lo que nos pesa
el aislamiento de la ruta.
Por el rabillo del ojo observo a Delicia
y me figuro que debe tener la edad de mi madre;
ensoñación que se esfuma
cuando la pesco guiñándole un ojo a mi hombre
que se hace el tonto y sigue comiendo.
Me deslizo hacia él y suavemente
cuchicheo en su oído:
- Cuidado con Deliciosa-
Reímos.
Delicia cómplice
ahora me guiña a mí.
Pone una canción en la maquina,
no entiendo la letra
pero siento que habla de nosotros tres.

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