sábado, 12 de junio de 2010

poemas de Claudia Diaz




*

Me hago muelle,
 en esta faja de tierra que está más inmediata, que me sucede.
Agua arrimada, al amparo: ajena.
 Seguirme perdida.
Y así mismo, disimular las rarezas que ya no causan
 mis alas aceitunadas,
 para nadar holgada,
 para correr las olas grandes y brillantes,
 para no oír el ruido que hacen cuando rozan. Crujir.

En vano, la fatiga me empapa el vestido,
y la lluvia se empapa en la tierra.
He tratado de cruzarme
aún con mis botitas impermeables, paqueta – descuidada.
Dónde un caballito de totora que me lleve,
 por la vertiente más más verde.
 Dónde la espalda de la hormiga pluvial, casi blanca, para viajar.
 O acaso, vendrá una jauría de hipocampos a socorrerme,
 a terminar la escena del puente, a desarmarme.

Atraviesa el tiempo de formar la madeja.
 Ahogue la planta y me sumergí.
 Empacada, puedo ser redonda, puedo ser pez.
Puedo ser la única que salta oblicuamente,
 dejando en el medio algo, una cosa.

*

Estación lluviosa. Ahí vos, bajo el diluvio abatido y la lógica. Interoceánico, todo, todo celeste. Y eso, y yo lo prefería incluso, cuando era lo del puesto de diarios a la madrugada. Mejor, si se parecía al color de la esmeralda. O al verde botella, que es como si fuera seda de vitró. Para poder camuflarme en el esperantismo absoluto. O en el festejo de la vendimia. O capaz, al naranja. Pero vino así, con el rostro lleno de mucha redondez, negando en vaivén, mareado. Y yo no pude decir nada. No pude decir yo quiero hacer eso, quiero titilar de colores por la alfombra, parpadeando y continuarme continuada en una curva, como un arco acristalado hecho solo con la intuición de los pies. Batallas con ocas, tierra. Y eso me pasa, de mucho querer poner lejos: la abreviatura. Tanto raro, tanto emparchado. Trato. O lo que da igual. Intento, poder disolver una voz en una torta de manzana invertida. Son otras. Las tristes murmuraciones de una silla. Claro, hay una puerta a cada lado de la interpretación. Y mientras sea así, yo puedo mezclar todo. Puedo mezclar: la alfombra, el macramé, lo rojo, lo editado, la pulpa, el fervor, lo voraz, la almohada, lo feroz. Todo en una bocanada.

*



Imágenes recogidas en el fondo de un acuario


Abro mi risa como infusión a las flores, pura y desmedida. Entonces me lleno de agua, floto descubro el plan del buque, sus ruedas enmolinadas. Mantengo los ojos abiertos y grandes para fotografiar las palabras celestes de leones marinos o rostros inundados que intentan decirme algo como largando vocablos por la nariz.

                                                               Con el rostro verde de tristeza marina.
                                                                                                            (Jack Kerouac. En el camino)

3 comentarios:

la cónica dijo...

mmm... poemas? no puedo verlos...

ana claudia díaz dijo...

es un honor que mis poemas esten en este blog tan lindo! gracias!!
siento un inmenso placer
te quiero celes!

Natalia Romero dijo...

ayyy qué emoción encontrarlas juntas. hermosos los poemas de clau ahi en ese rojo tuyo celes.
las quiero. :)